LA PUBLICIDAD
Sombra lanza desde su blog un llamamiento y yo lo recojo, esperando no ser el único. Nos comenta el artículo que ha encontrado en la siguiente url y trata el tema de la publicidad subliminal.
La publicidad es un fenómeno curioso de manipulación que comenzó siendo un simple medio de engaño que ensalzaba la calidad de los productos para convertirse, sin apenas ser apreciado por la población, en un sistema de alteración de nuestras ideas mentales asociadas. De los primeros anuncios, basados en la exposición de las ventajas del producto nos encontramos con la nueva publicidad, que intenta, como digo, que realicemos asociaciones mentales manipuladas aplicadas a sus productos. Una marca ya no ofrece una ventaja material, sino más bien, la satisfacción de una o más (si no todas) necesidades de la especie humana: salvaguarda de la muerte, sexo, status, prestigio y reconocimiento social, un gran grupo de amigos, la admiración de nuestros semejantes, la protección de nuestra familia y algunos recursos más. La publicidad funciona, es innegable, aunque no tan bien como a los publicistas les gustaría, pero las empresas ya se encuentran en una espiral de competición de la que no pueden salir y simplemente invierten en publicidad temiendo que si no lo hicieran perderían la batalla comercial.
Como digo, todas esas motivaciones son parte de nuestra mente y una de las funciones de nuestro cerebro es la de reconocer en las actividades que llevamos a cabo y en nuestro entorno cercano qué elementos favorecen esas motivaciones y cuáles no. Enseguida, el cerebro nos envía mensajes de atracción hacia aquellas tareas que parecen saciar nuestras necesidades mientras que intenta que despreciemos las que nos alejan de nuestros objetivos. Este es el procedimiento natural de nuestra mente, que la publicidad trata de distorsionar para el beneficio de las marcas. El alcohol se lanza al mercado como un medio para conseguir sexo o éxito en las reuniones con los amigos. Los coches, para conseguir sexo, admiración del prójimo, o como demostración de la pertenencia a un status social superior. La comida, como medio saludable de cuidar a la familia de los modos más prodigiosos posibles. El agua, como un imprescindible modo de mantener el cuerpo en forma o para conservar la salud. La ropa, como otro medio de demostrar el status o para identificarse con la juventud. Las gafas, como sinónimo de belleza, atracción sexual y admiración. Las cremas de limpieza como rejuvenecedoras, en definitiva, un sin fin de absurdos que nos asaltan día tras día, a todas horas, en todas partes.
Nos encontramos pues, ante una forma de manipulación, un engaño que trata de conseguir que nuestra mente asocie los objetos con necesidades, es decir, un consumismo basado en el engaño de nuestras percepciones que encarece los productos que nos hacen falta añadiéndoles esas dobles motivaciones, con las que justificamos que los precios de las cosas más ridículas sean elevados no por sus resultados ni por su utilidad real, sino por sus promesas de bienestar y éxito. De este modo, a las personas se nos entorpece nuestros procesos de asociación naturales. Gracias a la publicidad, nuestras ideas se homogenizan y pierden diversidad, asignamos valores estúpidos a los objetos e invertimos nuestro tiempo en conseguir esos oscuros objetos de deseo en vez de invertirlo en la real satisfacción de nuestras necesidades de un modo más inteligente y duradero. Al final, la publicidad termina creando valores sociales inexactos, crea supersticiones. Ya sólo se consigue satisfacer nuestras necesidades a través de objetos de rápida consumición o que pronto pasan de moda. Invertimos un esfuerzo extra en conseguir esos objetos que por sí solos no nos sirven para nada. Aunque quizá... sí sirva. Veamos, si toda la gente acaba creyendo esas fantasías, siempre cabe la posibilidad de que se hagan realidad. Si cuando pasa un coche caro todos asociamos que esa persona ha conseguido el éxito social (y no que ha invertido más dinero de lo necesario en un medio de transporte pequeño que se le acabará rompiendo y quedando viejo) entonces es cuando la publicidad, a base de idiotizarnos a todos, habrá conseguido convertir en real sus mensajes, a base de evitar que podamos pensar de otro modo.
Volviendo al post de Sombra, también hay que comentar que la publicidad subliminal directa se ha demostrado ineficaz en psicología. La emisión de un mensaje encubierto del estilo Come tal cosa no sirve para nada pues el cerebro no tiene tiempo para asimilarlo y asociarlo. Si la publicidad subliminal funcionara, se usaría, y tendríamos infinidad de ejemplos de anuncios que pasados a cámara lenta nos mostrarían mensajes escondidos o de grabaciones del tirano de turno, mostradas en sus televisiones, en las que se intercalara su imagen con mensajes de adoración y similares.
Lo que funciona es la asociación de imágenes con ideas, sean reales o falsas, ver un elemento físico unido a una idea nos hace creer que existe una relación de causa efecto entre ellas, sea verídica o no. Esto ocurre porque nuestro cerebro utiliza ese sistema para aprender el funcionamiento del mundo natural. La publicidad nos engaña utilizando este sistema natural de aprendizaje. Entonces, puesto que lo subliminal realmente no obtiene resultados, no tenemos porqué creernos tanta basura y la publicidad puede ser contrarrestada por el pensamiento crítico, esto significa que cuando nos llega un mensaje publicitario, lo primero que hay que pensar es el mensaje está falseado y analizar qué medios han usado los publicistas para tratar de asociar necesidades humanas con objetos. Y para ello, claro, es necesario aprender algo de psicología, comprender sobre todo cómo nuestra evolución ha hecho que nuestra especie valore más ciertas necesidades que otras.
Aunque lo ideal, evidentemente, es reconocer toda publicidad como un incordio, como perjudicial para nuestro pensamiento libre y crítico y ni siquiera verla.
Para reconocer cuáles son las necesidades que la publicidad falsea, lo mejor es leerse algunos artículos que explican de modo resumido la pirámide de necesidades establecida por Maslow.
http://www.eumed.net/cursecon/2/necesidades_sociales.htm
http://www.gestiopolis.com/canales/gerencial/articulos/18/jerarquia.htm
4 comentarios
nemomemini -
El truco de Oda es bueno. Yo soy más drástico aún: apenas veo televisión, las vallas publicitarias no me llaman la atención por lo que anuncian (que casi nunca recuerdo) y la radio con publicidad me cansa.
Bueno, todo eso y mucho más...
Un abrazo ;)
Oda -
Mi recurso, por ejemplo, es que en cuanto comienzan los comerciales, lo pongo en "mute" o cambio y me funciona. Besitos :)
Esbrújulo -
Basta con rechazarla tan pronto nos apercibimos de que se trata de publicidad, lo que suele ser bastante explícito y a veces ni se oculta.
Su éxito se basa en lo poco que la mayoría se detiene a pensar.
Por mi parte además me divierto a veces viendo lo burdo de algunos de sus manejos.
Anónimo -