LA BUENA VIDA...
Fijaos en su postura: el hocico hacia arriba, las patitas flexionadas en una pose relajada, los ojos cerrados, sin llegar al sueño, simplemente descansando. Su cuerpo extendido sobre el suelo y recibiendo la luz del sol (en este punto tengo que advertir que en este blog no se maltrata a ningún cuadrípedo: el sol era de finales de Abril, no de estas fechas de Junio). Su imaginación suelta , pensando en criaturas pequeñas a la que perseguir. Sé lo que parece a simple vista pues es exactamente la misma postura que adoptaba el príncipe gatuno después de ser padre. No, este canis peludo no ha sido padre y esa postura no significa que está intentando atender a sus obligaciones paternales. En realidad es una canis peluda y ya le llegará el momento de traer más cuadrípedos al mundo.
La canis peluda alfa es nuestra vecina, pero hace visitas cordiales habituales al territorio y siempre se lo encuentra repleto de gatos peludos alfabetizados. Es una situación tensa, sobre todo si hay pequeños cerca. Es por esto que anticipándonos a la llegada de los pequeños guerreros decidimos darle a la canis peluda un curso de adaptación a la vida gatuna y convivencia con sus congéneres cuadrúpedos. Por eso tiene esa postura: está imitando la típica actitud del gato dejado y acostumbrado a la buena vida. Estamos, pues, seguros de la mejor estrategia para que un perro respete a sus vecinos gatunos es la de enseñarle aquello de que la buena vida es la madre de la vida padre. Para qué va entonces a esforzarse en perseguir gatos, si eso hasta cansa.
La canis peluda alfa es nuestra vecina, pero hace visitas cordiales habituales al territorio y siempre se lo encuentra repleto de gatos peludos alfabetizados. Es una situación tensa, sobre todo si hay pequeños cerca. Es por esto que anticipándonos a la llegada de los pequeños guerreros decidimos darle a la canis peluda un curso de adaptación a la vida gatuna y convivencia con sus congéneres cuadrúpedos. Por eso tiene esa postura: está imitando la típica actitud del gato dejado y acostumbrado a la buena vida. Estamos, pues, seguros de la mejor estrategia para que un perro respete a sus vecinos gatunos es la de enseñarle aquello de que la buena vida es la madre de la vida padre. Para qué va entonces a esforzarse en perseguir gatos, si eso hasta cansa.