LOS NÚMEROS QUE FALTAN EN LA MANIFESTACIÓN CONTRA LA LOE
Como se puede ver en la fotografía mientras en Madrid algunos obispos guiaban a la manifestación contra la LOE, en el Territorio X era el Papa en persona quien acudía en defensa de la religión del Omnivurus Rex. Fiel a su política de recurrir al milagro del pan y los peces cada vez que es necesario manifestarse, en esta ocasión ejerció sus milagros sobre los gallus gallus del territorio y luego de convencerlas con su brillante oratoria y unas rodajas de melón de que el territorio entero se iría al infierno si la LOE se aprobaba (lo que casi es cierto, pero no por motivos religiosos) consiguió ponerlas a manifestarse ante la atenta mirada de la Princesa, la Gataparda, los gatos orientalizados (uno de los cuales se ve en la fotografía en plena meditación Zen) y la gata peluda y trompuda gamma, aún no presentada en el blog. El Omnivurus Rex, completamente desinteresado por el resultado del asunto, ni apareció... que viene a ser lo que espera de un Dios, de modo que cumplió como un auténtico Señor.
Lo primero que hizo el Papa fue reunir a un nutrido grupo de gallus, aquellas de más peso social, los auténticos gallus gallus gordos (espero que se capte bien la indirecta): alrededor de unas quince, que para redondear se dejaron en veinte, incluyendo dos pavos. Según el Papa, desfilaron cacareando a través de unos veinte metros de terreno. Al terminar la manifestación, se comenzó el recuento de asistentes. El Papa preguntó a los tres jóvenes gatos meditabundos por el número de participantes y le respondieron que aproximadamente veinte. Bien, tres gatos por veinte equivalen a sesenta gallinas. A esa cantidad añadió las veinte que él mismo había contado, lo que dejaba el número en ochenta. Se acercó entonces a las gallinas y les preguntó cuántas creían que habían asistido y eso, unas veinte. Veinte gallinas por veinte gallinas = cuatrocientas, más ochenta: cuatrocientas ochenta. Como estimó que iban apiñadas en unos cuatro metros cuadrados, el Papa dividió los veinte metros de recorrido entre esos cuatro, el resultado es cinco, que multiplicado por cuatrocientas ochenta gallinas nos deja en dos mil cuatrocientas gallinas. Sin embargo, haciendo cálculos vio que treinta gallinas por metro cuadrado era una cantidad demasiado vulgar, que cualquier político o representante de masas afirmaría sin pensárselo, por lo que para demostrar que se estaba ante una manifestación divina y consagrada por el que está en lo Alto, elevó al cuadrado, quedando en cinco millones setecientas sesenta mil gallinas manifestadas. Pues así está la cosa, los seis millones de gallinas se manifestaron con fuertes cacareos en los veinte metros de territorio, dando un saldo final de setenta y dos mil gallinas de las gordas por metro cuadrado, que ya es una cantidad creíble... al fin y al cabo se trata de un milagro de multiplicación (y dejo para vuestra imaginación la cantidad de gallinas que le caben al Papa en un cubo).
La gata peluda y trompuda gamma, contraria a la LOE porque piensa en el futuro de sus cachorros, pero intentando ser imparcial ya que representa a las fuerzas del orden, comenta sin embargo que sólo participaron cinco gallinas y que no se manifestaron, sino que se acercaron a picotear los restos de melón. Ha sido excomulgada y la placa le ha sido retirada durante unas semanas, espera que la cosa quede ahí.
Gataparda, contraria a la LOE por la barbarie que hace con la filosofía pero nada de acuerdo tampoco con la iglesia, calcula que en la manifestación sólo se puede afirmar que participó el Papa, que el resto es todo un invento para seguir viviendo del cuento. Cuando vio que el Papa cogía dos palos, uno el doble de largo que el otro, los ataba y se iba a buscar un martillo y tres clavos... prefirió no quedarse al resto de la clase de bricomanía, porque la miraban como si ella fuera parte de la programación...
La Princesa, que tolera al Omnivurus Rex pero tampoco le profesa demasiada devoción, comenta que tras ver lo que se cocía se fue a dormir la siesta porque era lo más inteligente que se podía hacer esa tarde. El Papa no se ha atrevido a replicarle.
Los tres gatos casi orientales tratan de meditar sobre el asunto, pero no consiguen encontrar ninguna lógica al comportamiento gatuno. Lo que sí imaginan es que si los gatos peludos son capaces de montar un espectáculo tan absurdo ante un tema tan serio como es la reforma educativa... de qué no serán capaces los omnívoros bípedos...
3 comentarios
Ana* -
El texto, por cierto, es tronchante.
Atlante -
Un beso.
(Cuento con tu firma)
Ah, y me alegro de que hayan aparecido los tres perros perdidos.
Ana* -