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PREJUICIOS Y BLOGS

corbata

Si nos parásemos a pensar en la complejidad del mundo caeríamos en la cuenta de lo poco que lo conocemos y es por eso, en realidad, por lo que casi nunca nos paramos a pensar en ello, no porque no lo queramos hacer, sino porque nuestra mente nos lo trata de impedir usando ciertos trucos que durante milenios le han funcionado y que le sirven para creerse que todo es más simple de lo que parece, o mejor dicho, tan simple como a primera vista nos parece. El cerebro no tiene por costumbre acumular toda la información que le llega para formar complicados patrones de datos que pudieran servir para dar la mayor precisión a nuestros juicios. Nada de eso. La mente actúa recibiendo la información, asociándola a la ya existente, encuadrándola en esquemas y arquetipos y finalmente, olvidando aquello que no le sirve o no consigue asociar. Es decir, que nuestras mentes se dedican a la entretenida tarea de reducir la complejidad, de simplificar el mundo en el que se mueve. Si nuestra mente lo guardara todo, a la hora de actuar tendría que tener en cuenta un volumen de datos enorme, estaría obligada a dudar y verificar sus datos sobre el entorno cambiante que nos rodea (personas, sucesos...), elaborando teorías hasta dar con una conclusión que fuera fiel con la complejidad del mundo. Pero nuestra mente aún no es capaz de realizar unas operaciones tan costosas en poco tiempo, de modo que va a lo práctico y dadas las circunstancias, es decir, los límites que tenemos por nuestra condición humana, hay que agradecérselo pues de otro modo acabaríamos en un estado de eterna duda.

De este modo, mediante la asociación y el olvido se acaban creando esos patrones: arquetipos, prejuicios, opiniones, etc que más tarde nos sirven para obtener, a partir de una primera impresión, un juicio sobre los acontecimientos diarios que nos permitirá actuar con rapidez ante sucesos tales como conocer a una persona, asimilar información de los periódicos, saber de qué lado ponerse ante una disputa... La mente busca la velocidad y la obtención eficaz de la decisión más beneficiosa.

Una de las repercusiones de esta costumbre mental de reducir y asociar a patrones es la que hace que encasillemos en determinadas categorías a los demás según la información que de ellos nos llega a través de los sentidos de mayor alcance: vista, olfato y oído. Así, el color de la piel, el tipo de ropa y su estilo, el modo en que se adorne la persona, el peinado, el olor que desprende, su tono de voz al hablar y también la viveza/fuerza de su voz o su dominio del lenguaje y la expresión son elementos fundamentales a la hora de decidir si la persona que tienes enfrente merece ser bien considerada, en vez de factores que nos pueden resultar más útiles como el dominio que tiene sobre sí mismo, su conocimiento del medio, sus valores éticos, sus motivaciones, etc. Es una forma de actuar que las personas adquieren pronto y más tempranamente aún nos enseñan nuestros padres: la imagen exterior, la sensible, es vital hasta el punto de que a partir de esta imagen se decide cómo categorizar a la persona en un prejuicio y a partir de ahí, se le aplican todos los demás elementos que forman parte de tal prejuicio, sin siquiera tener que ser demostrados. Hay multitud de experimentos que demuestran como para la gente que no es consciente de esto las personas que cuidan su aspecto físico, esto es, que dan buena imagen, son considerados además buenas personas o gente de fiar, nobles, conclusión que por lo común no es ni comprobada. Y no se detiene ahí la cosa, también determina cuán apto se es, pues para nosotros ha llegado a ser tan fundamental cuidar del exterior que esta práctica se considera un baremo que mide nuestra habilidad social y más aún, nuestra inteligencia. Una persona que no se viste adecuadamente desde el punto de vista social nos hará sospechar que es “extraña” y de ahí que no es de fiar...

Concluyendo, la imagen exterior está supervalorada hasta un grado tan alto que se dedica gran parte de nuestro tiempo a su perfeccionamiento, llegando a veces a un nivel en que la persona vive para dar una buena impresión, en ocasiones porque se obtiene un beneficio social y material con ello, en otras porque se siente miedo a quedar en mal lugar. Pero cada uno vive como quiere y se adapta a su entorno como puede, de modo que a quien le funcione, mejor para él.

Uno de esos aspectos curiosos de los blogs y de internet es que este efecto de la importancia del aspecto y los prejuicios funcionan de otra forma. Para empezar, la información sensorial se reduce a la vista en la mayoría de los casos, concretamente al manejo de la expresión escrita - por aquello de que los podcast y los videoblogs no están tan extendidos - lo que implica aprendizaje y experiencia, generalmente obtenidos mediante la educación (y no lo comento porque sea mejor, sino simplemente porque es distinto, porque también se podría considerar como un elemento marginador), luego, tenemos la selección de imágenes que acompañan a los textos y la que encabeza la página, que podríamos considerar como los adornos. Continuando con el aspecto visual, la misma estructura, la forma de dividir los apartados y opciones, que puede ser clara o encontrarse de un modo más caótico también influye. Finalmente, se incluiría la selección de colores, en la que parece que el color rey es el blanco. Los blogs en general son sencillos y su belleza se basa en el cuidado de pequeños detalles y la selección de imágenes, también su aspecto uniforme tiene importancia. Dejando el aspecto visual y como de momento los blogs no poseen contenidos olfativos y muy pocos auditivos, el siguiente punto que podría servir para crear los prejuicios blogueros serían los nombres de los temas y los enlaces de la bitácora. Dime a quién enlazas y te diré cómo eres, podría decirse. Un rápido vistazo a esas zonas ya nos da una idea de dónde nos encontramos. Por último, ya sólo queda el contenido en sí. Y afortunadamente y a diferencia que en las relaciones sociales, el contenido es la base del blog, luego leyendo sus escritos es cuando terminas de advertir si “compaginas” con dicha página, esto es, si te gusta. Por suerte, en el caso de los blogs puedes encontrar una imagen exterior descuidada para averiguar, con una simple lectura, si el lugar te resulta interesante, ójala se aplicara eso con las personas, nuestras relaciones serían más genuinas. Y si la página te convence, queda disponible todo el historial de entradas así que con cada blog que descubres, la experiencia placentera da para mucho.

En definitiva, qué bueno es dar con un nuevo blog y tener la oportunidad de descubrir a una persona única, sin tanto prejuicio de por medio.

1 comentario

nemomemini -

Tienes razón, Atlante, en lo que dices. Quizá aquí se funciona un poco a la inversa. Pero en muchas ocasiones el deseo de conocer físicamente a las personas que escriben esos blogs nos asalta. En ese caso, ya tenemos un conocimiento previo de esas personas y el aspecto físico desempeña aquí un papel más secundario.

Un saludo ;)