LA COMPLEJIDAD COMO GARANTIA DE LIBERTAD
Un sistema político formado por los seres humanos, esas criaturas tan imperfectas y tendentes a satisfacer sus propias necesidades y no las de los demás, ¿puede garantizar el respeto a todas las personas? En principio lo haría si a la hora de tomar decisiones se tiene en cuenta a todos los ciudadanos. Hoy por hoy este sistema no es viable, ya que necesitaría que todos expresáramos nuestra opinión sobre todos los asuntos de la comunidad y al no existir un medio que permita tal recolección de opiniones con garantías, es decir, suficientemente fiable, acabamos por admitir que hay que seleccionar a los políticos para que decidan en nuestro nombre.
La democracia no es el mejor sistema de gobierno conocido por el hecho de que los gobernantes se elijan, sino porque sus mecanismos permiten la existencia de un gran número de partidos políticos que se ven abocados a intentar satisfacer a todos los ciudadanos y a denunciar cuando esto no está sucediendo. Lo que quiero decir es que todo va bien mientras los políticos tienen intereses dispares y contrapuestos. Los políticos no pueden ignorar un sector de la población (empresarios, trabajadores, etc) sin la consecuencia natural de perder votos que ganarán sus contrarios. Cuantos más partidos políticos compiten, más efectivo es el sistema.
La democracia, por tanto, funciona cuando forma un modelo complejo en el que los políticos no pueden arriesgarse a caer en la corrupción porque eso les haría perder poder. La corrupción, que generalmente permite un aumento del control del gobernante, en una sociedad democrática puede volverse en su contra. La democracia es, por tanto, el sistema político más eficiente a la hora de evitar la corrupción y esa es su verdadera virtud, pero como tampoco es incapaz de evitarla por completo, es simplemente el sistema de gobierno menos malo, que es lo que se suele decir de ella.
La democracia es complejidad y sólo es el mejor sistema que conocemos porque es el sistema más complejo que podemos desarrollar, por lo menos así era hasta el nacimiento de internet. Cuantos más intereses hayan en el juego de la política, menos corrupto se volverá ese ambiente, la sociedad se puede mejorar, entonces, añadiendo complejidad al conjunto de poderes que cohabitan en un territorio, esto hará aún más difícil su control, la corrupción y por tanto será más libre. Desde hace poco tiempo, un nuevo factor se va añadiendo a esta ecuación y ese factor es la ciudadanía. Hasta ahora, los ciudadanos eran un sector pasivo que recibían la información por medios ajenos, que delegaban las decisiones en otras personas y que se sometían a los dictados del poder hasta que el descontento era tan grande que la chispa de la manifestación o la revolución prendía. Ahora, sin embargo, la ciudadanía puede organizarse mejor usando los sistemas de comunicación o la red, lo que la va convirtiendo en un poder independiente. Realmente este sería el estado aconsejable para el pueblo: ser un poder independiente, ser verdaderos individuos que no necesitan afiliarse a una ideología o asociación para hacer valer lo que les conviene. Ser parte de la complejidad social, un elemento igual de importante que los demás: jueces, políticos, empresarios, funcionarios, etc. Esperemos que las nuevas tecnologías nos sigan sirviendo para aumentar la independencia de los ciudadanos del resto de poderes, aumentando la complejidad de la sociedad (nunca reduciéndola) y haciéndola más estable, más libre y mejor para todos, un espacio en el que es el hecho de ser distintos el que garantiza que siempre habrá sitio para todos porque nadie puede conseguir el control absoluto.
(El gráfico es una creación copyleft de Sombra)
La democracia no es el mejor sistema de gobierno conocido por el hecho de que los gobernantes se elijan, sino porque sus mecanismos permiten la existencia de un gran número de partidos políticos que se ven abocados a intentar satisfacer a todos los ciudadanos y a denunciar cuando esto no está sucediendo. Lo que quiero decir es que todo va bien mientras los políticos tienen intereses dispares y contrapuestos. Los políticos no pueden ignorar un sector de la población (empresarios, trabajadores, etc) sin la consecuencia natural de perder votos que ganarán sus contrarios. Cuantos más partidos políticos compiten, más efectivo es el sistema.
La democracia, por tanto, funciona cuando forma un modelo complejo en el que los políticos no pueden arriesgarse a caer en la corrupción porque eso les haría perder poder. La corrupción, que generalmente permite un aumento del control del gobernante, en una sociedad democrática puede volverse en su contra. La democracia es, por tanto, el sistema político más eficiente a la hora de evitar la corrupción y esa es su verdadera virtud, pero como tampoco es incapaz de evitarla por completo, es simplemente el sistema de gobierno menos malo, que es lo que se suele decir de ella.
La democracia es complejidad y sólo es el mejor sistema que conocemos porque es el sistema más complejo que podemos desarrollar, por lo menos así era hasta el nacimiento de internet. Cuantos más intereses hayan en el juego de la política, menos corrupto se volverá ese ambiente, la sociedad se puede mejorar, entonces, añadiendo complejidad al conjunto de poderes que cohabitan en un territorio, esto hará aún más difícil su control, la corrupción y por tanto será más libre. Desde hace poco tiempo, un nuevo factor se va añadiendo a esta ecuación y ese factor es la ciudadanía. Hasta ahora, los ciudadanos eran un sector pasivo que recibían la información por medios ajenos, que delegaban las decisiones en otras personas y que se sometían a los dictados del poder hasta que el descontento era tan grande que la chispa de la manifestación o la revolución prendía. Ahora, sin embargo, la ciudadanía puede organizarse mejor usando los sistemas de comunicación o la red, lo que la va convirtiendo en un poder independiente. Realmente este sería el estado aconsejable para el pueblo: ser un poder independiente, ser verdaderos individuos que no necesitan afiliarse a una ideología o asociación para hacer valer lo que les conviene. Ser parte de la complejidad social, un elemento igual de importante que los demás: jueces, políticos, empresarios, funcionarios, etc. Esperemos que las nuevas tecnologías nos sigan sirviendo para aumentar la independencia de los ciudadanos del resto de poderes, aumentando la complejidad de la sociedad (nunca reduciéndola) y haciéndola más estable, más libre y mejor para todos, un espacio en el que es el hecho de ser distintos el que garantiza que siempre habrá sitio para todos porque nadie puede conseguir el control absoluto.
(El gráfico es una creación copyleft de Sombra)
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