COMPROMISO
En el plazo de aproximadamente una semana me encuentro con dos rupturas sentimentales de amigos míos, un noviazgo y un matrimonio. Este tipo de situaciones son incómodas incluso para las personas que les rodean, se habla del tema y suelen escucharse mucho dos palabras: responsabilidad y fidelidad. Son dos palabras inventadas por el ser humano que no tienen demasiada correspondencia con la realidad humana. Responsabilidad y fidelidad no son prioridades para nuestra mente, sin embargo, la mayoría de nosotros las tenemos en alta estima, creyendo que todos nosotros somos capaces de realizar un compromiso y mantenerlo en cualquier circunstancia. La realidad demuestra que no es así, sino que más bien, un cambio desagradable en nuestro entorno conlleva una replanteamiento de nuestros compromisos. Nuestra mente es un órgano tan complejo y tan perfeccionado desde un punto de vista social que es capaz de alterar todo su patrón de pensamientos cuando es necesario. Necesario, para seguir obteniendo sus necesidades vitales. La responsabilidad y la fidelidad pueden entrar en conflicto con esas necesidades básicas del ser humano: alimento, seguridad, afecto, sexualidad, importancia, autoestima... las que sea. Ese tipo de necesidades son las que realmente dictan cómo reaccionamos los seres humanos y esas bases se antepondrán ante cualquier idealismo o compromiso que nos hagamos a menos que esas idealizaciones y compromisos sean precisamente los que nos facilitan el cumplimiento de nuestras necesidades.
Cada sociedad tiene sus costumbres y muchas de ellas parecen tener el objetivo de crear un orden social y obligar a que se cumpla a pesar de las necesidades individuales de cada uno. Parece que siempre se ha temido que si una persona se dedica a satisfacer sus necesidades inmediatas acabará siendo una lacra para todos y una fuente de problemas. Quizá por eso las costumbres añaden la presión de la comunidad, el rechazo y el descrédito a la ecuación de necesidades. Si romper una responsabilidad te conlleva la pérdida de seguridad, afecto, importancia y autoestima... lo pensarás antes de hacerlo. Esa es la teoría.
Ejemplo de este tipo de costumbres o rituales: el matrimonio católico. El matrimonio, efectuado ante toda la comunidad y sagrado ante Dios y ante las figuras con autoridad trata de obligar a mantener la responsabilidad añadiendo a la separación ese tipo de castigos añadidos: desprecio de los demás, pérdida de crédito ante la sociedad... Así sucedió durante muchos siglos, ayudando a que las parejas se mantuvieran unidas incluso sacrificando otras necesidades.
El matrimonio, como todas estas costumbres y rituales no trataron nunca de ser justos, sino de mantener un orden. Sin embargo, el ser humano es un ser más bien caótico, naturaleza esencial para evolucionar y adaptarse al mundo que nos rodea.
La ruptura de cualquier responsabilidad es un hecho cotidiano ya, puesto que no hay ningún tipo de presión social contra tales acciones. Ahora parece que el único medio de mantener una relación estable es el de mantener una atención constante a las necesidades de la pareja. Aquél que quiera mantener una relación tendría que estar continuamente atento a que se cumplan las necesidades y expectativas de ambos miembros. Quizá sea la única forma de tratar de mantener una relación, hasta el momento de que las necesidades y expectativas de la otra persona lleguen al absurdo, que también es muy posible.
Cada sociedad tiene sus costumbres y muchas de ellas parecen tener el objetivo de crear un orden social y obligar a que se cumpla a pesar de las necesidades individuales de cada uno. Parece que siempre se ha temido que si una persona se dedica a satisfacer sus necesidades inmediatas acabará siendo una lacra para todos y una fuente de problemas. Quizá por eso las costumbres añaden la presión de la comunidad, el rechazo y el descrédito a la ecuación de necesidades. Si romper una responsabilidad te conlleva la pérdida de seguridad, afecto, importancia y autoestima... lo pensarás antes de hacerlo. Esa es la teoría.
Ejemplo de este tipo de costumbres o rituales: el matrimonio católico. El matrimonio, efectuado ante toda la comunidad y sagrado ante Dios y ante las figuras con autoridad trata de obligar a mantener la responsabilidad añadiendo a la separación ese tipo de castigos añadidos: desprecio de los demás, pérdida de crédito ante la sociedad... Así sucedió durante muchos siglos, ayudando a que las parejas se mantuvieran unidas incluso sacrificando otras necesidades.
El matrimonio, como todas estas costumbres y rituales no trataron nunca de ser justos, sino de mantener un orden. Sin embargo, el ser humano es un ser más bien caótico, naturaleza esencial para evolucionar y adaptarse al mundo que nos rodea.
La ruptura de cualquier responsabilidad es un hecho cotidiano ya, puesto que no hay ningún tipo de presión social contra tales acciones. Ahora parece que el único medio de mantener una relación estable es el de mantener una atención constante a las necesidades de la pareja. Aquél que quiera mantener una relación tendría que estar continuamente atento a que se cumplan las necesidades y expectativas de ambos miembros. Quizá sea la única forma de tratar de mantener una relación, hasta el momento de que las necesidades y expectativas de la otra persona lleguen al absurdo, que también es muy posible.
4 comentarios
Berenice -
¡Que declaracioones de amor más intensas...!
Lo confieso, me daís envidia cochina... ¡arfff, arfff!
enkidu -
Atlante... eres la flor de la canela de los machos alfa y yo... yo por tí me he comprado un potente crecepelo para ser aún más peluda y me paso el día haciendo morritos para estar trompudísima... por ti... para ti... yo... yo soy tu indómita gacela ( http://www.sololiteratura.com/gio/giopoeyo.htm )
Un zarpazo suavito y un lametazo en tos los morros.
Atlante -
Creo que nunca le he dicho a nadie palabras tan bellas como estas, Enkidu, pero tu eres especial y sólo puedo darte lo mejor.
enkidu -
Y no, la cosa no va de que mis necesidades hayan llegado al absurdo... sólo necesito que me digas que soy peluda y trompuda... eso si, acercándote mucho, mucho para decírmelo.
Besitos.