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FRUSTRACIÓN DESATADA EN FRANCIA

Los días calientes en Francia parece que van enfriándose, dejando en el aire el humo de las palabras del ministro del interior francés Sarkozy. Toda la Red se ha hecho eco de los incidentes producidos después de la muerte de dos jóvenes franceses que jugaban al fútbol y de las acciones posteriores de la policía contra los ciudadanos, finalmente, tras todos estos días, queda la prepotencia de un ministro dedicado a salvar su imagen y a vender la idea de que la mejor solución a todos los problemas es claro, la mano dura. Un buen intento el suyo, pero es algo con lo que no se puede estar de acuerdo. Es el puño de hierro el que ha provocado el caos, precisamente, por su ineficacia ante en un entorno social interconectado por red, como ya es el nuestro, en el que cualquier intento de coartar una libertad provoca reacciones inmediatas y no sólo en el territorio afectado, sino en un radio enorme, es que incluso en nuestro país, en Sevilla, se han producido altercados.

La información ya no viaja de un lugar a otro, es omnipresente y está ahí para que los ciudadanos, las mayorías, la usen, y así ha sucedido: Ante los intentos de represión los jóvenes franceses se han rebelado en un intento de expresar su frustración. Son jóvenes que se sienten aplastados por la sociedad, que blinda el futuro de una clase social a costa de la marginación de los que forman un grupo minoritario. Es una presión, una marginación, que se podría definir como inconsciente, ya que la produce la ciudadanía debido a su natural desconfianza hacia aquello que se muestra distinto y no parece compatible con ella.

Para conectar con la “entrada” que escribí hace pocos días relacionada con los prejuicios, comento que es otra vez la simplificación de pensamientos, propia de nuestra especie la que interviene en este proceso. El planteamiento es sencillo: Los seres humanos nos agrupamos para sobrevivir y progresar en la vida. No nos agrupamos con los que se nos parecen o con los que nos entendemos, sino con los que creemos que podemos llegar a tener confianza y que pueden ayudarnos en el futuro (esta no es una actitud consciente, pero el cerebro sabe bien hacia donde tirar). El error en el que caemos consiste en creer que el que es diferente, no es un miembro de nuestro grupo, sino que es miembro de otro grupo y por tanto, no nos relacionamos con él porque no estará de nuestro lado, sino del de otros. Es una simplificación del pensamiento porque el solo hecho de ver otro color de piel u otro tipo de facciones, incluso otro estilo de ropa, ya lleva a las personas por precaución y miedo a pensar que el individuo no es compatible con su propio grupo. Sin más análisis. Incluso si todos fuéramos iguales reconoceríamos diferencias que nos harían entrever quiénes pueden estar de nuestro lado y quiénes del lado de “otros”. La desconfianza que desemboca en el racismo es así, todos nos vemos afectados en cierta medida y otra vez es preciso un conocimiento de nuestra propia mente y una oposición consciente a sus procesos de simplificación de pensamiento para llegar a una conclusión más inteligente: Todas las personas podemos “sintonizar”, todos podemos adaptarnos a una vida común y cada vez que se permite a una persona distinta relacionarse con las personas de otro grupo se puede conseguir un mutuo conocimiento y una relación amistosa y cooperativa. Evitar la marginación pasa por ofrecer un intercambio cultural y la posibilidad de que se establezcan relaciones cooperativas entre ciudadanos muy distintos. Por supuesto, cuando se trata de inmigración, el inmigrante debe aprender a relacionarse con el grupo mayoritario y a mostrarse como alguien útil, pues es la utilidad la que realmente influye en la aceptación de una persona en un grupo: cuando alguien es útil, es cuando no importa ningún otro aspecto de su apariencia o forma de pensar, simplemente se le hace sitio. La integración por tanto es un proceso por el cual personas recién llegadas y personas adaptadas al entorno social imperante se reconocen como mutuamente útiles. Como los ciudadanos nos consideramos así cuando somos productivos para la sociedad, porque nos proporciona recursos que compartir, es el trabajo la herramienta principal para conseguir la aceptación entre las personas.

Complicando algo más el asunto, también se puede añadir que cualquier ser humano se considerará frustrado, y por tanto reaccionará antisocialmente, cuando sus expectativas de progreso no se cumplan, esto es, cuando vea que no puede alcanzar un buen futuro al que otros sí acceden. Así que nos encontramos con que una integración perfecta entre culturas sólo se puede completar con éxito permitiendo a los recién llegados ser útiles para la sociedad y además aspirar al mismo futuro que aquellos que ya están adaptados al entorno. ¿Es esto, dadas las características de nuestra especie, una utopía? Quizá sí. Pero como personas, venimos al mundo a progresar individualmente y socialmente, no a amedrentarnos ante los problemas, venimos para evolucionar físicamente, socialmente y mentalmente, no para estancarnos debido a esa reacción primigenia del miedo que aún conservamos.

Como durante toda la semana he estado revisando los blogs de los ciberpunks, enlazo a algunas de las entradas que me han parecido interesantes (y seguro que alguna me dejo en el tintero, aunque no debiera):

Análisis de David de Ugarte.

http://www.deugarte.com/francia-en-swarming/

Excelente artículo en Wikipedia, enlace proporcionado por Alejandro Rivero (http://arivero.ciberpunk.net/).

http://en.wikipedia.org/wiki/2005_civil_unrest_in_France

Gráfico de coches quemados/día:

http://en.wikipedia.org/wiki/Image:2005france_riots_carsburned.png

Blog de Imane:

http://imane.lamatriz.org/inmigrantes/

Blog de Sombra:

http://sombra.lamatriz.org/el-swarming-y-tunez

Página con análisis militar del swarming, aplicable al caso francés, cortesía de Sombra:

http://www.rand.org/publications/DB/DB311/

1 comentario

Misósofos -

Toma a todos los de clase social alta, y colócaros en el centro. Los demás tendrán que vivir en la banlieue, pues es el único sitio donde pueden comprarse una casa.
Ahora... Trátalos como perros, y si no están a gusto, reprímelos aún más.
¿Tan extraño parece que haya desorden y suburbios?